Páginas

miércoles, 24 de marzo de 2010

El tren de ayer

Un día cualquiera no sabes qué hora es,
te sientas en el tren sin saber que hacer.
Las vías mojadas han visto llover
y con la música estás llorando otra vez.
Te asomas a la ventana, están parando otra vez
jugando con la gente en el tren.
Demasiado tarde para comprender,
gente, volved atrás, no podemos llegar.

La luz del mediodía no entra en la estación,
vuestra paciencia aguantando llega al final.
Luego por la tarde a la taquilla a reclamar
billetes que consiguen que volvamos a viajar.


Con esta canción (bueno... exactamente con esta letra no, pero esta es la más adecuada para lo que pasó) salia ayer al mediodía de la Ciutat Comtal, en tren, ya que podemos, debemos o tenemos que utilizar nuestro magnifico transporte público por eso de la contaminación y tal y pascual...
"La próxima vez que alguien decida tirarse a la vía del tren, que me avise por favor, y así me busco con antelación otra forma de salir", ésto es lo que comentó el pasajero de al lado después de que el tren parase y de que nos informaran, o no nos informaran, de que hasta en un mínimo de dos horas no nos moveríamos. 
El comentario, moralidades a parte no deja de tener razón, a decir que según las informaciones dadas, la parada se debió a un arrollamiento, sin especificar accidente o no. De saber con antelación que el tren nos iba a dejar tirados en una estación casi incomunicada, hubiese cogido otra linea, para eso sirve vivir en una ciudad con dos lineas que pasan por ella.

viernes, 12 de marzo de 2010

Os contaré la historia de mi vida

Haciendo limpieza he encontrado una redacción que escribí en la ESO, y por que no ponerla aquí?


Cuando abrí por primera vez los ojos, pude observar donde me encontraba. Estaba en un lugar oscuro, rodeado de mis hermanos y de un ruido espantoso que me hizo quedar sordo. 
Hasta el día de mi desaparición y muerte, no me había separado nunca de mi familia. Ese día lo recordaré toda mi vida. Que esté muerto no significa que no recuerde. 

Al poco tiempo de nacer, y junto a mis hermanos, me llevaron a una casa transparente, era grande, aunque no lo suficiente como para vivir todos en ella. Después de eso, hubo un gran terremoto. Cuando parecía que todo se había calmado, volvía a resurgir. Así hasta el día de la primera y última salida de casa.
Algo hizo que ésta se levantase, supongo que una especie de grúa, y la puerta de abrió. Por fin podíamos respirar y tener más espacio. Aquella cosa nos cogió a puñados, sin miramientos, sin cuidado. Yo me encontraba al final, estaba ansioso por salir, fui de los últimos. Tonto de mí, si hubiese sabido lo que me esperaba ahí fuera me habría agarrado fuerte para no salir. Pero no fue así, salí y . . . cumplí mi sueño, volar. Había llegado el día, estaba tan emocionado que no me paré a mirar a mi alrededor.
Al poco tiempo llegué a tocar tierra. No fue una caída dolorosa, sino suave y húmeda, cosa que me hizo reaccionar. Me encontraba tirado en una alcantarilla, solo. No sabía que hacer, donde ir, y lo que más me decepcionó, no podía volar.
Pasaban los días y yo allí, sin nada que hacer, sin poder moverme y sin noticias de nada ni de nadie. Hasta el día en que no volví a abrir los ojos. 

¿Ahora a donde debo ir?¿Que debo hacer?, me pregunté. Y una voz me susurró: "Como has vivido tan poco, tendrás otra oportunidad, volverás a ser un confeti".
No lo podía permitir, no podía volver a pasar por aquella decepción, así que le dije que no se molestase, que prefería subir al infierno. 

Así es como llegué aquí. Y vosotros, ¿por que vinisteis?